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miércoles, 10 de julio de 2013

Al pan, pan, y al trigo, libertad de mercados



Cuando la Argentina era un país en formación. Cuando los inmigrantes llegaban  buscando nuevos horizontes. Cuando las praderas del río de la plata asomaban como el futuro granero del mundo. Cuando el esfuerzo de esos rudimentarios colonos, que de la nada hicieron todo, o casi todo :
En esa época, se llegó a producir más trigo que ahora.
El arado tirado por bueyes y posteriormente por caballos, eran las herramientas  precarias y originales que supieron surcar las praderas  fértiles. Hacían emerger en ellas las simientes, cuyos frutos frondosos alcanzaban hasta para transitar los mares hacia la vieja Europa.
Ya se empezaba a exportar trigo.
Ese extraordinario esfuerzo, que comenzaba en las frías madrugadas y culminaba cuando el sol se ocultaba en el crepúsculo del poniente, se fue acentuando con los años. Así prosperaban en nuestros campos las optimas cosechas que ya nos proyectaban como una gran potencia agropecuaria. 

Italianos, alemanes, polacos, españoles, judios y de tantos otros lugares, llegaron a la nueva América para cultivar la tierra y vivir con  la esperanza de un gran porvenir. Los años y las distancias se fueron compenetrando en esa fusión invulnerable para desarrollar el gran proyecto de país, que con el tiempo y en forma sorprendente, se preparaba para alimentar a más de trescientos millones de personas.
La actividad agropecuaria por naturaleza, fue, es, y será, el engranaje conductor de nuestra economía. Hoy el campo argentino estaría en condiciones de llegar a esas metas. Solamente las locuras de algún trastornado lo pueden impedir.
La asombrosa evolución de la agricultura en el mundo es respaldada por un formidable desarrollo tecnológico y genético, llevando esta producción a niveles incalculables en volúmenes, calidad e innovaciones.
Nuestro país supo acompañar esos avances, importando, desarrollando y desplegando esa modernidad, que afianza y consolida  una producción en escala solo comparable con los países más avanzados. La mejor herencia que tiene hoy la actividad agrícola argentina son sus fértiles tierras, su excelente infraestructura y su admirable capital humano. Solo faltan gobiernos honestos.
Ya desde el inicio agrícola, el trigo de nuestras pampas era considerado uno de los mejores del mundo por su calidad y su alto contenido proteico. Merced a esas condiciones la Argentina supo conseguir grandes mercados consumidores que, lamentablemente por desidia o por equivocaciones, ya se han perdido. 
Hoy nuestro país produce en promedio alrededor de 14 millones de toneladas, y si proyectamos la posible expansión de siembra de acuerdo a la capacidad operativa con su moderna infraestructura, se podría llegar sin inconvenientes a 30 millones.
El potencial productivo asegura esas cifras.
¿Qué pasó en esta última década para que hoy nos quedemos sin trigo? 
Ocurrió lo que se veía venir; sucedió lo que la irracionalidad rodeada de locuras es capaz de realizar sin prever los efectos.
 En un desconocimiento total de cómo funciona el mercado, desalentaron con medidas arcaicas este cultivo, que es la base principal de la alimentación humana. Se llegó a la enésima potencia de los disparates para defender, dijeron, la "mesa de los argentinos".
 La medida consistió en un cerrojo arbitrario a las exportaciones para que en el mercado interno haya sobreoferta. Y de esa manera el precio se estacionara porque la harina quedaba entonces para el consumo local. Las consecuencias no se hicieron esperar, en esta última cosecha 2012/13 se recolectaron solamente 8 millones de toneladas debido a una menor superficie de siembra.
Estos disparates generaron, por falta de demanda de trigo, que los productores en forma inconcebibles tengan que retener o malvender forzosamente su producción. Esto  provocó los debidos quebrantos ( desaparecieron 29766 productores de trigo, un 60% !  )  y en muchos casos el trigo se destinó como alimento para la ganadería. Como en este gobierno todo es arrebato e improvisación, el trigo que  prohibieron exportar, paso a ser un bien despreciable.
Nos encontrabamos con un precio irreal por falta de transparencia y un futuro incierto, sumado a esto una inflación galopante que eleva los costos en dólares. Solamente en la ingenuidad del secretario de comercio, alguien puede apostar a incrementar la siembra para perder plata.
Después de estos escandalosos fracasos, causados por la devastación que hicieron con este producto tan elemental, se quedaron sin argumentos.
La dura realidad fue la encargada de poner las cosas en su justo lugar.
Hoy no hay más trigo por las trabas superpuestas que obligaron a los productores a buscar algo de rentabilidad en otros cultivos. Resultado: el precio del pan llegó a estos niveles escalofriantes. No busquemos más justificaciones porque esta es la verdad. La evidencia en los hechos es la mejor prueba.
En pleno conflicto agropecuario (2008) señalamos lo que pasaría, y pasó. En lugar de preocuparse sobre esa conjetura, redoblaron la apuesta tratándonos de “avaros, oligarcas, grupos de tareas” y un montón de “virtudes escatológicas” más.
Como último aporte a la sensatez para no caer en estas desgracias, los agricultores les ofrecimos “regalarles el volumen de trigo para el consumo interno, a cambio de obtener reglas claras y no cerrar los mercados de exportación”. Pudo más la soberbia de un gobierno indiferente que se aferró a sus locuras. 
Los resultados están a la vista :  
La superficie de siembra de trigo 2012 fue la mas baja desde 1899. No alcanza el  trigo para elaborar harina y el precio del pan se dispara.

Estos yerros hoy en día se pagan caros. Donde están los exitosos resultados del Sr Moreno con sus intervenciones? El corolario de estos desenlaces que se lo explique a la población, pero sin relato, asumiendo sus fracasos. Después, lo que debería hacer, es renunciar al cargo por arrogante, ignorante y violento. Y deje al campo producir en paz que sabe cómo hacerlo.

Como justificativos a sus disparates, ahora amenaza con confiscar los excedentes mediante la arcaica “ley de abastecimiento”. Puede hacerlo cuando quiera, hoy ningún productor lo retiene porque lo poco que había ya se ha vendido todo. Y si algo queda está en poder de sus amigos los exportadores, que hicieron con todo esto el gran negocio.
Esta es la fatídica consecuencia de arbitrar imposiciones a voluntad y sin tener nociones de lo que se hace, ignorando, “ex profeso”, cómo funciona la oferta y la demanda para regular los precios; ecuación tan vieja y justa como la misma planta de trigo. Esos torpes avasallamientos a la sensatez terminarán con la vergonzosa decisión de importar este cereal para que en la mesa de los argentinos “haya pan”. Increíble pero real.
La incidencia que tiene la harina en el precio del pan es solamente del 13 %, lo demás es gasto de elaboración y comercialización. Le erraron en la estrategia por ineptos.
En esta última década desperdiciada y perdida, este cereal aumentó alrededor de un   140 % ,  ¿Por qué el pan lo hizo en un 800 %?

Que dé sus explicaciones la Sra. presidenta en cadena oficial, pero con humildad y deje de echarle la culpa a quien no la tiene. Sí, tiene en sus ministros vergonzantes un espejo donde reflejarse si quiere seguir destruyendo todo. Es hora que reflexione y se rodee de gente sensata y competente que sepan lo que se debe hacer. 
El “vamos por todo” finalmente terminará con ellos primero.
El campo hace rato que expresó su verdad. Por no escucharlo se llegó a este extremo.

Raúl R. Zorzón
Productores agropecuarios
rzorzon@malabrigo.com


Se agradecen los graficos de :
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